domingo, 3 de julio de 2011

MUERTES INÚTILES

Que el diagnóstico de VIH sida ya no es una condena a muerte es algo que casi nadie discute. Los tratamientos antirretrovirales son cada vez más fáciles de tomar y sumamente efectivos. Sin embargo, hay quienes se resisten a tomarlos, quienes eluden hasta el límite de la enfermedad –y hasta de la muerte– la posibilidad de hacerse el test. Las dificultades en el acceso a la salud, la homofobia y la transfobia, los prejuicios y también las fantasías que generan ciertos tratamientos “alternativos” son el trasfondo de esas historias particulares que habitan en un silencio generalizado del que todos y todas somos responsables.
Por qué alguien se negaría a recibir los beneficios de estos tratamientos?
–Diría que hay tres tipos de argumentos:
a. Aquellos pacientes asintomáticos que nunca tomaron antivirales y se enfrentan a la idea de un tratamiento muy prolongado y que no debe interrumpirse. En estas personas puede ser significativo el temor a desarrollar algún tipo de efecto adverso por el cual, paradójicamente, la infección genere síntomas. Algo así como “si yo me siento bien, ¿por qué voy a tomar?”.
b. Otras personas que reciben tratamiento hace tiempo pueden experimentar hartazgo por el hecho de tomar un tratamiento diario similar a la fatiga que cualquier rutina produce. Es común escuchar pacientes que se rebelan contra la idea del tratamiento diario refiriendo que la terapia les recuerda a su enfermedad y desean tomar unas “vacaciones”. No es inusual que algunas mujeres vivan con mucha culpa su diagnóstico y que esto opere negativamente cuando de mantener el tratamiento durante años se trata.
c. Finalmente, personas que niegan completamente los efectos benéficos del tratamiento, a veces aconsejados por charlatanes, y se escudan exclusivamente en terapias alternativas.
A partir de la experiencia en su consultorio, Losso ubica del lado de las mujeres el peso de la culpa. “Es lo más habitual, pero no es excluyente, historias hay de todo tipo. Lo que los médicos tenemos que tener en cuenta es que hay pequeños gestos de gran impacto a la hora de sostener un tratamiento: desde un llamado telefónico a tiempo hasta unos minutos más de consulta.”

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