jueves, 19 de mayo de 2011

Alerta de la tendencia de los países donantes a condicionar su ayuda humanitaria a intereses políticos y de seguridad nacional.

Los gobiernos de algunos de los grandes países donantes orientan su ayuda humanitaria cada vez más hacia países donde perciben la existencia de amenazas para su seguridad nacional, donde tienen desplegadas fuerzas militares o donde tienen intereses políticos. En cambio, los países que quedan fuera del foco de atención de la política exterior y de seguridad salen perdiendo, pese a que puedan tener necesidades humanitarias y retos para el desarrollo igualmente apremiantes, tal y como señala el informe "¿De quién es esta ayuda? Ayuda politizada en crisis y conflictos"
Según el estudio, desde 2002, un tercio del total de la ayuda al desarrollo destinada a los 48 países considerados como “frágiles” por la OCDE ha ido a parar a tan sólo tres países: Irak, Afganistán y Pakistán. Además, durante este mismo periodo, la ayuda a Irak y Afganistán ha supuesto más del 40% del total del incremento global de la ayuda (178.000 millones de dólares) aportada por los países ricos. El resto fue repartido entre otros 150 países empobrecidos.

“Ya desde 2001, la tendencia de los gobiernos donantes internacionales es la de destinar ayuda humanitaria para alcanzar objetivos rápidos en términos políticos y de seguridad, así como para ganarse el apoyo popular y de los gobiernos locales”. De esta forma, miles de millones de dólares que podrían haber transformado las vidas de personas en los países más empobrecidos del mundo han sido gastados en proyectos a corto plazo que han resultado insostenibles, caros y, en ocasiones, peligrosos.
Con los presupuestos nacionales revisándose a la baja y con más población que nunca necesitada de ayuda humanitaria, Oxfam afirma que es necesario un nuevo enfoque ante esta situación para maximizar el impacto de la ayuda, basado en objetivos a largo plazo más que en intereses políticos y militares a corto término.
 
“Una ayuda eficaz salva vidas, reduce la pobreza, construye sistemas de salud y de educación y refuerza las economías de los países más pobres. La ayuda directa y a corto plazo basada en objetivos militares y políticos no llega a la población más pobre. Además, esto no perjudica sólo a las organizaciones que están intentando aportar ayuda de manera imparcial y luchar contra la pobreza, sino que a menudo tampoco consigue una seguridad a largo plazo para las comunidades que reciben esa ayuda, para sus gobiernos o para los propios donantes”.

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